Nunca esperé nada de algunas personas, y esas personas ayer, me hicieron dar cuenta que son mis amigas y que me consideran siempre. Que no es necesario la "onda" que tengan para admitirlas en mis amistades; que no es necesario que vistan ropa y zapatillas de marca para ser buenas personas; que no es necesario escuchar lo que yo escucho, hacer lo que yo hago, o pensar como yo pienso. Sinceramente me taparon la boca, me di cuenta que aprobar a la gente por su apariencia física está muy mal.
Antes cuando escuchaba a una persona que no pronuncie las *X*, que se trague las *S* o las *C* tenían un pase libre a mi lista de ignorados, que una persona escriba con faltas ortográficas me parecía una banalidad, hasta que un día me di cuenta que yo también podría tener esos errores mínimos y estúpidos. Me siento bien por haberme dado cuenta que eso no estaba bien, por haber aprendido del error, por haber cambiado mi actitud soberbia. Sí, soy soberbia, es más, cuando éstas personas estaban frente a mí, trataba de ser gentil, pero me salía la maldad de adentro, miraba mal o sea, esa típica mirada que tengo de levantar una ceja y observarte. No digo que no lo sigo haciendo, lo hago sí, pero en menor proporción, ahora no soy tan prepotente.
Y digo que aprendí por una experiencia, MALA, porque yo pensaba que mi príncipe azul iba a ser el rubio de ojos verdes que tenía frente a mí, que me engañaba diciéndome que me amaba. Nunca lo entendí, tenés 16 años, es fácil decirlo, es difícil accionar con esas palabras en mente o en el corazón. Pero tuve la suerte, de despertar del shock del cual este hombre me había dejado, de dejar de rogar, de humillarme, de arrastrarme, de correr en contra del viento, es decir, en vano. Tuve la suerte, de darme cuenta tarde pero seguro que eso no era para mí, que yo estaba para algo mejor, para algo productivo, entonces lo saludé llorando, porque así me pongo, susceptible cuando no tengo que estarlo. Él, por supuesto no me siguió, y yo lo sabía, su orgullo puede más, es más fuerte de lo que el pueda llegar a sentir. Me fuí, caminé sin rumbo, no sabía adónde iba, lo que si sabía era que iba a cualquier lugar menos a casa, no quería ir allá, no quería que me embadurnen de preguntas que no tenían respuestas, no quería sermones, no quería el típico "Yo te lo dije". No estaba para eso, estaba únicamente para sentir cómo la sangre fluía por mi cuerpo, cómo el dolor del alma, se transformaba en el físico y así no me dolía tanto. Quizás fue algo de "Dios" del ser divino al que la gente le tira sus problemas, y ahí estaban, esas personas que yo juzgué sin conocerlas, abrazándome, consolándome, diciéndome, "Lo voy a cagar a palos"; "Habiendo tantos chicos te quedás con el más feo"; etc. Entre llantos me reía y agradecía al destino o a lo que fuera, que las hayan cruzado en mi camino. Gracias.
1 comentario:
ehh gila escribis bien :O
te quiero sis (LLL
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