domingo, 24 de agosto de 2008


El es una persona muy rara, centrada, demasiado inteligente. Creo que por eso siempre me gustó tanto, porque tiene ese misterio, ese no sé qué que siempre quise descubrir y nunca pude (Lo sigo intentando). Él posee un sentido del humor negro o algo ácido que siempre admiré, que siempre intenté imitar. Él siempre fue mi mentor. Él es mi lado malo. Es bastante orgulloso, su maldito orgullo es lo más fuerte que abunda en su interior. Es algo discriminativo, digamos que te cataloga físicamente como cualquier persona, pero si no sos rubio/flaco/"lindo" como él estás desadmitido, todavía no logro entender por qué me eligió a mí alguna vez, que soy TODO lo contrario. El es portador de una hermosa sonrisa, de unos dientes perfectos; unos labios carnosos y adictivos por demás ; de un lunar arriba de la boca que complementa la perfección. El tiene ojos verdosos, junto a sus pestañas arqueadas, una mirada dulce y transparente, podría decir que cuando lo miro, puedo ver más allá de lo aparente.
Detrás de esta persona que se presenta como ángel de luz, hay muchas miserias; las cuales siempre quise arrancárselas y nunca me dejó. Él siempre está solo, son su música y el, no hay lugar para nadie más. Él no tiene amigos, por lo menos no los que él dice tener. El generalmente tiene muchos días malos. Él es una persona muy difícil, hay que saber sobrellevar algo con alguien de su tipo. Él es alguien muy triste, muchas veces ví su mirada perdida. Él es vacío. Él se aferra mucho a la persona que le de un ápice de amor. Él es obsesivo. Él es celoso, y MUCHO. Él no sabe compartir. Él es de esas personas que cuando te quiere, TE QUIERE; si no le caés bien de entrada , no existís.
Y yo no le caí bien de entrada. Yo me enamoré de la persona equivocada desde el primer momento. Fue como un flechazo, ni siquiera lo conocía, me había enamorado vía Inet, un mundo falso donde las personas dicen estar conectadas con el mundo, cuando solo están aisladas porque no pueden enamorarse del amor, porque no saben querer. Y yo era de esas personas, nunca supe querer, nunca supe extrañar. Y me costó tanto, tanto, darme cuenta que me había pegado duro el flaco. Sufrí horrores, ¿cómo yo me iba a enamorar? ¿cómo mi vida iba a depender de alguien que no conocía personalmente? Yo decía conocerlo, pensé que eso era el fín de la lluvia, pero solo era el principio de la tormenta. Él me llenaba, él le daba alegría a mis días, el y yo teníamos charlas interminables donde la tristeza no existía, donde yo no sabía el significado del dolor. Él me enamoraba todos los días, cada día más. Hasta que un día cambió, no sé por qué, el se comprometió demasiado, y yo vivía de mis fantasías, a mis sueños los guardaba en castillos de cristal. El buscaba un futuro y yo ni siquiera sabía qué era eso, esa palabra no figuraba en mi diccionario. Yo estaba presente, yo no lo asfixiaba, después intenté ser víctima de algo que ni siquiera existía, intenté hacerlo victimario de lo que realmente pasaba: Yo abusaba de mi libertad y practicaba el libertinaje. Él vivía la realidad, el presente, y añoraba el futuro. Yo solo quería volar, no digo que no estaba enamorada, quizás no lo suficiente. Creo que el se cansó de eso, yo me cansé de su perfección, siempre me molestaron esas personas a los que no se les notaban los defectos a simple vista, era reprimido, y yo demasiado desubicada. Resulta que un día, de tanto volar, me caí, y siempre lo que más duele es la caída, o no? Él se había cansado de mi escencia hippie, y cuando me acordé que tenía que amarlo, era demasiado tarde.
Hoy lo busco compulsivamente, y sé que el se quiebra de vez en cuando como yo. Si alguien entiende el código Ezequielístico, que por favor lo explique, me gustaría poder volver con él sí, pero me gustaría primero poder cambiar mi escencia y aprender a quererlo como el quería que yo lo quiera.

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