sábado, 2 de mayo de 2009

¿De qué me acusás? -Me pregunto Cupido, y le escupí la cara.

¿En qué momento se convirtió mi vida en una broma? ¿En qué momento perdí el zapato, mordí la manzana o dormí cien años para despertarme en este puto sin-sentido? ¿Qué es lo que me hace no dar crédito, liquidar los sueños a la luz del día, saborear los antiguos sinsabores y agarrarme fuerte al puerto de las persianas bajadas? No quiero dejar mis pisadas en la nieve de la vida de nadie, ni la marca roja de mi labial en el cuello blanco impoluto de su camisa. Quiero maremotos, olas de siete metros y mensajes secretos en las servilletas de un bar o en un libro de sopas de letras. Y recibir una carta en blanco, sin remitente. No hay nada en este mundo que extrañe más que el peligro, la complicidad y las quince vueltas de campana en la montaña rusa devastadora de mi vida. Extraño una primavera en pleno Enero.

No dejas huella para que no te dejen huella. Dormir de nuevo con una sonrisa.

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